«¡La mitad de la cocina se quemó, y nadie sabe cómo ocurrió!» Fue alrededor de la 1 de la tarde cuando una vecina fue a buscar agua y, para su sorpresa, se encontró con que el comedor se incendiaba. Sin perder tiempo, se apresuró a romper los candados para poder entrar y sacar el balón de gas, que ya estaba a punto de explotar. Inmediatamente llamó a los vecinos, y entre todos logramos controlar el fuego utilizando baldes que llevamos desde nuestras casas.
Es el angustiante testimonio de Felicitas Quispicahuana, dirigente de Lomas de Chalhuaní en Puente Piedra y socia de la ollita que después de 2 años de trabajo, pudo convertirse en el comedor 20 de febrero y tener por fin un terreno pircado(aplanado) y construido con machimbrado para que luego termine incendiándose.
Actualmente, muchas zonas del cono Norte enfrentan diversos incidentes como este, donde un incendio puede arrasar por completo todo lo construido, Sin embargo, la mayor preocupación no es solo la ocurrencia de estos siniestros, sino cómo enfrentarlos con la poca disponibilidad de agua en estas áreas. Durante más de 4 días, el aguatero privado que vende el agua a 25 soles por recargar un tanque de rotoplast de 1100 litros y 40 soles por uno de 2200 litros no ha suministrado agua.
En el gobierno anterior, Sedapal se comprometió a brindar apoyo en el abastecimiento de agua gratuita en zonas más vulnerables. Sin embargo, esta donación solo llega quincenalmente, lo que dificulta que los vecinos puedan sostenerse únicamente con ese recurso. Para solucionarlo, las dirigentes se comunicaron directamente con los responsables de Sedapal y recibieron la respuesta de que debían esperar su turno para recibir el agua, lo que en ocasiones implicaba largos períodos de espera. Esta situación ha llevado a que los aguateros inicien un negocio vendiendo agua a precios que ellos mismos determinan en cada zona.
A pesar de las dificultades, la historia de esta olla común, como muchas otras, es un testimonio de resiliencia. Con esfuerzo y unión, la comunidad ha vuelto a levantarse después del incendio. Según la versión de la dirigente, si bien la municipalidad brindó el apoyo de “llevarse 3 maderas quemadas y tomarse una foto del acto”, fue el esfuerzo de la comunidad y el apoyo de Yanapakuy los que hicieron posible la reconstrucción del espacio y la mejora de sus instalaciones.
Trabajamos más de 3 años con comunidades que auténticamente buscan progresar, unirse y seguir creciendo. En recompensa a ese deseo, nuestro trabajo se enfoca en apoyarlos cuando caen, cuando sueñan y cuando deciden seguir avanzando. Aunque estos apoyos son meritocráticos, llenos de trabajo duro y aprendizaje, demuestran que con el esfuerzo del pueblo y sin depender únicamente de las autoridades que aparecen solo para las fotos, pueden lograrse grandes cosas positivas para el progreso y bienestar de la comunidad.